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La indeterminada armonía

La obra plástica y dibujística de Flor Pandal se alimenta de los afluentes abstraccionistas desarrollados en el siglo XX que cambiaron el curso de la pintura al romper con la mímesis clásica y abrirse a nuevas aventuras de experimentación y hallazgo en el plano del cuadro. sobre todo me refiero al abtraccionismo lírico, comenzado en Europa, y al expresionismo abstracto norteamericano, que habría de influir de manera relevante a partir de los años sesenta a la pintura mexicana y latinoamericana. En una época -la actual- en que la pintura parece haber sido "superada", (nada más erróneo) por otras formas expresivas como la instalación, el videoarte, la fotografía, el performance o el arte objeto, resulta doblemente meritoria la actitud de esta artista que se mantiene fiel no sólo a la pintura sino a la abstracción como camino y descubrimiento del asombro.

Porque la pintura de Flor Pandal nos asombra: su manejo del ritmo, del movimiento, del fulgor lumínico, del difícil equilibrio entre lo orgánico y lo conceptual, nos hablan de una madurez y de una sensibilidad en proceso y en búsqueda siempre de un lenguaje propio, personalmente original, pero a la vez bien enraizado en esa tradición del informalismo que en lugar de agotarse, procrea constantemente ramificaciones y reinterpretaciones de la armonía universal.

Armonía es el aroma que se respira en las pinturas de Flor Pandal. Pero se trata de una armonía en difícil equilibrio (como la vida misma). Una armonía que explota y se expande como un fractal al borde de su propia disolución. Una armonía que, en lugar de adormecernos en la siempre dudosa certeza de lo que es, nos estimula a un recorrido visual en busca de su centro que se evade, en un inasible orden implicado que se escapa al territorio de lo invisible, de lo no dicho, de aquello velado por la sutil magia del pincel, de las figuras ingrávidas que parecen disiparse en una transververación hacia lo oculto y lo inorgánico.

Y Flor lo logra a partir de dos coordenadas que parecen ser antagónicas: la intuición y la técnica. las veladuras, los valientes brochazos sobre la superficie de la tela, el ritmo impreso en el impulso, la tolvanera de "sucesos" descritos con una entrecortada sintáxis visual que nos obliga y nos impele a entrar y participar en el espacio de lo indeterminado. 

Armonía, indeterminación y fuerza expresiva. Eso sucede. Eso se presenta y nos asalta en la contemplación. También continencia, control en el exabrupto, sabio manejo de la decantación y la omisión de lo accesorio. Nada sobra en la pintura de esta artista; menos deviene más. Nada deja de relacionarse con el Todo que escapa los límites del cuadro pero que en éste está potenciado. Penetrar en ese universo -y perdernos, para encontrarnos en él- es la invitación que nos hace la obra de Flor Pandal. Aceptemos el riesgo y entremos en esa espesura. 

Víctor Sosa

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